¡ Y cuántos trabajos me quedaron sin fotografiar !.
La verdad es que precioso dar clases de algo que se convirtió en una pasión.
Eso se transmite y se contagia, aunque no sea tu intención.
Mis chicas tienen gustos y estilos variados,
y yo respeto el de cada una.
Les trato de inculcar que usen la imaginación,
que no hagan un trabajo exactamente igual
a como viene en el patrón,
que lo personalicen dándoles un toque que lo hará único.
Y lo consiguen.
En clase hacemos de todo. Lo que cada una quiera o necesite.
A veces se hacen trabajos en "conjunto",
todas trabajan con el mismo patrón pero usando telas
y colores diferentes, con detalles personalizados,
y es muy lindo ver como cambia una labor
con sólo usar colores diferentes.
La imaginación que tenemos de niños,
en la mayoría de los casos, se va perdiendo,
pero hay que seguir trabajándola si está dormida.
Lo que hacemos son piezas únicas, realizadas con amor. Para nosotras mismas o para alguien especial.
No hay dos iguales.
Y con cada trabajo terminado nuestra autoestima
ha crecido un poco más, porque
somos capaces de hacer lo que nos propongamos.
Muy pronto volveremos a clase,
ahora toca disfrutar del verano como más nos guste.